1802 El nombre "W. Scamp" tallado en una piedra, aún hoy débilmente visible.
Stonehenge, el emblemático monumento que se alza solemne sobre la llanura de Salisbury, capta la imaginación y susurra historias más antiguas que la historia escrita. Rodeada de misterio e historia, sigue atrayendo a más de un millón de visitantes cada año. Pero ese tipo de atención tiene su lado negativo: el vandalismo. Algunas son históricas, incluso centenarias. Otros incidentes son recientes y, francamente, evitables. Descubramos por qué ocurre esto, veamos la historia de los daños y comprendamos claramente cuál es nuestro papel como viajeros sensibles en la conservación de este antiguo símbolo.
El vandalismo en Stonehenge no es nuevo. De hecho, se remonta a cientos de años atrás. En los siglos XVIII y XIX, estaba curiosamente de moda que los visitantes grabaran sus nombres en las piedras o arrancaran trozos como souvenir. Un ejemplo temprano es el nombre "W. Scamp", tallado en 1802, aún visible si te fijas bien. Otros cincelaron fragmentos de las piedras azules, de las que antaño se creía que tenían propiedades místicas.
En 1839, los visitantes ya habían picado muchas piedras, lo que provocó las primeras peticiones al Parlamento del Reino Unido para que se adoptaran medidas estrictas de conservación. El hijo de Charles Darwin, Horace Darwin, se lamentaba en 1877 de cómo los visitantes dañaban irreversiblemente el monumento al arrancarle souvenirs a martillazos.
He aquí algunos ejemplos notables que muestran la variedad y la magnitud del problema:
Todo acto de vandalismo deja cicatrices permanentes, y hay más en juego que un simple trozo de roca:
Hay vías claramente definidas que restringen la interacción directa con la estructura.
Las cámaras de vídeovigilancia supervisadas regularmente y las alarmas sensibles al movimiento disuaden a los vándalos.
El personal del Patrimonio Inglés patrulla activamente, sobre todo durante las grandes reuniones o los actos del solsticio.
En 2012, escáneres de alta resolución registraron la superficie de cada piedra, ayudando a los expertos a controlar los cambios o nuevos daños a lo largo del tiempo.
Los centros de información ayudan a los visitantes a comprender y apreciar la importancia y la necesidad de conservación.
Stonehenge fue uno de los primeros lugares de Gran Bretaña en recibir protección legal en virtud de la Ley de Protección de Monumentos Antiguos. Desde entonces, los esfuerzos no han hecho más que intensificarse.
Como viajeros deseosos de experimentar la cultura y la historia auténticas, ¿qué responsabilidad tenemos al visitar monumentos como Stonehenge?
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No, ya no se permite a los visitantes tocar las piedras debido a los esfuerzos de conservación. Se ha establecido una zona tampón para proteger el monumento.
Stonehenge es un sitio del Patrimonio Mundial de la UNESCO y un testimonio del pueblo prehistórico que lo construyó. Es uno de los monumentos más famosos del mundo y posee un inmenso significado histórico y cultural.
El aumento de la seguridad, las campañas educativas y unas normas estrictas para los visitantes contribuyen a evitar nuevos actos vandálicos. El esfuerzo colectivo de los visitantes y las organizaciones del patrimonio es clave para conservar Stonehenge.
Si sigues las normas, respetas el lugar y eres consciente de su valor histórico, puedes contribuir a la conservación de Stonehenge.
Sí, Stonehenge acoge acontecimientos como el solsticio de verano, en el que los visitantes se reúnen para presenciar la salida del sol sobre las piedras. Estos actos son también una oportunidad para celebrar la importancia del monumento.
Sí, hay un amplio aparcamiento en el Centro de Visitantes de Stonehenge, y hay autobuses de enlace disponibles para llevar a los visitantes al lugar.